A primera hora del domingo, el narcotraficante más poderoso de México, Joaquín El Chapo Guzmán ha escapado, de nuevo, de una cárcel mexicana, donde se encontraba preso desde febrero de 2014. El líder del poderoso cartel de Sinaloa, la organización más importante del narcotráfico en el mundo, fue visto por última vez hacia las nueve de la noche.
La Comisión Nacional de Seguridad confirmó su fuga hacia las dos de la mañana. Las primeras informaciones indican que escapó cavando un túnel desde su regadera, el único sitio en el que no había cámaras de vigilancia.
Guzmán ya había sido detenido en 1993 en Guatemala y había permanecido en la prisión hasta enero de 2001, cuando escapó de una cárcel de alta seguridad mexicana llamada “Puente Grande”. En esta ocasión ha escapado de una prisión en el Estado de México, en la zona metropolitana del DF, a solo unos kilómetros de la Ciudad de México.
Joaquín Guzmán Loera (La Tuna, Sinaloa, 1957) es un hombre robusto que mide cerca de 1,72 metros, según Interpol, y que nació en una familia de campesinos pobres. Se ganó la vida como agricultor hasta que en 1980 se unió a las filas del desaparecido cártel de Guadalajara, controlado por Miguel Ángel Félix Gallardo El Padrino, capturado en 1989. En sus primeros años se dedicó a hacer contactos con los narcotraficantes colombianos en Medellín y Barranquilla para el transporte de cocaína hacia Estados Unidos, el mayor consumidor del mundo.
Cuando fue detenido por primera vez, hace ya más de veinte años, declaró que se dedicaba a la agricultura y que ganaba unos 6.000 dólares al mes. Estuvo preso siete años.
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