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Carmen Salinas: Ideas desde el terruño para que se ponga a trabajar


POR:   FRANCISCO RODRÍGUEZ



Estimada diputada Carmen Salinas:

En los últimos días he seguido la polémica en torno a tu persona. Primero que si te quedaste o no dormida, luego que no tenías razón para contar con alguna iniciativa de ley, luego la discusión de las firmas para correrte como diputada y tu singular respuesta al pueblo mexicano. Espero no le moleste que la tuteo, diputada, con eso de que eres muy directa y dicharachera, pues me tomé la libertad.

Decidí caminar por la calle que lleva tu nombre en Torreón para ver si encontraba ideas que te ayudaran a pensar en una iniciativa de ley, y así dejemos de hacerla de pedo.

Llegué a tu calle y pa’ acabarla de chingar, como si no fuera ya surrealista, se cruza perpendicularmente con las avenidas de ilustres mexicanos: Hidalgo, Morelos, Allende, Abasolo. Calle Carmen Salinas esquina con Ignacio Allende. Ahí está la taquería jalisciense, donde venden tacos de adobada, suadero y buche. Calle Carmen Salinas esquina con Presidente Carranza (Venustiano). Ahí se halla una oficina de la Confederación de Trabajadores Mexicanos (CTM) con un eslogan del PRI: Transformando a México, ese partido que, dices, te respalda –y ampara- para poder decirnos que nos metamos las firmas por el trasero. En la calle Carmen Salinas esquina con Mariano Matamoros, dos cantinas a contra esquina. Si algún día regresas por aquí, no olvides pasar por tu botana a “Las Caguamas de: el zorro”.

Aquí, en el centro de Torreón, la gente te recuerda. “Hace como 35 años vino cuando le pusieron su nombre a la calle, se bajó del camión junto con El Santo. Yo estaba chavalito. Jamás la volví a ver”, me contó José Juan.

Caminé el largo de la calle. Encontré un salón de eventos cerrado, una frutería sin clientes, un negocio de plomería, un taller mecánico. Estaba la estética de Lupita y el corte de cabello, por si necesitas, es de 60 pesos.

Sabes qué, Carmen, deberías de legislar y poner atención en el tema de desaparecidos. ¿Sabías que aquí, en la calle que lleva tu nombre, desaparecieron a la niña Fanny? ¿Conoces el caso? Silvia Stephanie Sánchez Viesca Ortiz desapareció hace 10 años en la calle Carmen Salinas, entre Juárez y Matamoros. Por aquí vivían sus padres pero ya se mudaron. En ocasiones, cuentan los vecinos, aún miran a la mamá Silvia Ortiz averiguando, preguntando. “Alguna vez la vimos con perros, buscando”, me contó un vecino. 10 años sin que la autoridad la encuentre. Ahí está una idea, diputada, miles de desaparecidos en México y una fue en tu calle, la Carmen Salinas.

Aunque quizás lo tuyo son los deportes. Con eso de que eres de Torreón y le vas a las Chivas del Guadalajara en lugar de al Santos Laguna. Caminando en la calle que lleva tu nombre, platiqué con José Eduardo Varela “El Puños”, boxeador peso ligero. 19 años tiene el mijito, como nos dices a todos. Iba a lado de su padre José Eduardo que cargaba recortes del periódico local con la foto de su hijo. “No lo dejaron competir en las eliminatorias para las Olimpiadas y mejor se hizo profesional pero no hay apoyos”, me dijo el señor. Su récord actual: 4 ganados un empate. Tiene futuro, aseguran. ¿Qué te parece que legisles a favor de los deportistas? Que de alguna manera pienses en resucitar la cuna boxística del país, o de la caminata, o pongas un alto por fin, a los problemas federativos del básquetbol. Aquí en tu calle juega el equipo “Ranchito 28”, campeones de la categoría veteranos hace unos años. Le pusieron 28 por la calle, ya ves que antes de que fuera erigida con tu nombre, todos la conocían por la calle 28. Ya no tienen para los uniformes.

Ya sé por qué te fuiste de aquí. El calor es insoportable. Seguro en la Cámara no pasas por estas inclemencias que aguantan los encargados de los puestos de gorditas. Hay, como sabrás, muchos changarros. Están las de Gloria: tres gordas y un refresco a 34 pesos es la promoción. Con tu dieta legislativa que será de 148 mil 558 pesos libres de impuestos mensuales, te alcanza para comprar 4 mil 369 promociones de Gloria. ¿Qué te parece si empiezas a alimentar a los dos millones de mexicanos que se sumaron a las cifras de pobreza? ¡Anda!, ven y prueba las de chicharrón prensado y asado. Si no te gustan las de Gloria vas a alguno de los otros dos puestos de gorditas que hay en la calle. Ya ves que en eso del empleo no cualquiera tiene la suerte de embolsarse 148 mil 558 pesos por ir a dormirse, perdón, a sentarse. Que no se me olvide, si de plano no te gustan las gorditas, puedes ir a la barbacoa de borrego de Chalo’s.

Muy cerca del negocio de Chalo’s, está un centro para rehabilitación de alcohólicos, un doble A pues. Ahí está otra idea, Carmen. Legisla en prevenir adicciones, en destinar más recursos a la salud. Recuerda que según la última encuesta Nacional de Adicciones, el número de adictos en el país sigue aumentando y la dependencia al alcohol se incrementa cerca de un punto porcentual cada tres años. Recuerda que los años más violentos de Torreón, de tu Torreón, fueron producto de la lucha entre bandas del crimen organizado por la venta y trasiego de droga.

Pasando el doble A le compré un vaso de frutas a Don Vicente. Es de Nazareno, Durango, pero lleva 20 años trayendo su triciclo cargado de mangos, piñas, pepinos y jícamas hasta tu calle. ¿Por qué no piensas en algo para ayudarlo? Tiene más de 50 años, imagina cuando ya no pueda andar en el triciclo. ¿De qué va a vivir? Alguna ley se te puede ocurrir para formalizar a Don Vicente, incentivarlo, darle empleo. ¿A poco crees que es el único en el país?

Antes de llegar al fin de tu calle, me topé con un negocio de lavado y plachaduría. Ahí estaba mi tocaya Francisca y Elvira Margarita, la primera de 62 la segunda de 56 años; laborando en un cuarto de tres por tres que más parecía la bodega trasera de un patio viejo. Francisca trabajó por muchos años en casas ajenas y un día, así nomás, ya no la quisieron. Podrías apoyar la iniciativa para que las trabajadoras domésticas obtuvieran prestaciones sociales y jubilación, y así mi tocaya deje de planchar ajeno y quemarse sus manos ya de por sí arrugadas. ¿Cuántas no habrá como ella, Carmen?

Hay gente que aún así te apoya, como Elvira Margarita, quien cree que eres la que echa la pedrada más buena y que por eso andas diciendo cada barbaridad. Ella creció siempre en esta calle. Le tocó cuando aún pasaba el tren que iba a Tlahualilo a unos metros de su casa. Estuvo cuando un destacamento del ejército cuidaba la zona. Miró el agua, las acequias, los llanos. ¿Lo recuerdas? Ahora hay un templo mormón, oficinas del sindicato de telefonistas. Lo que sigue igual, dice Elvira Margarita, son las calles llenas de hoyos, las fugas de agua, la falta de alumbrado. ¿Qué se puede hacer, Carmen? Piénsale, que al cabo tienes tiempo.

“Para qué queremos diputados que sean de Torreón si no vienen, no ayudan”, me dijo José cuando le pregunté por ti. Ahí vive, en una esquina de la calle Carmen Salinas. “No hay industrias, no hay empresas”, se quejó. Piénsale, por ahí puede encontrar otra idea.

Te quise escribir por Twitter pero ya vi que cerraste tu cuenta. Ni hablar. Ojalá te llegue la carta.

Por cierto, la placa que había con tu nombre en la Carmen Salinas y avenida Juárez ya no está. Quién sabe qué le pasó.

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